8 de noviembre 1938
No se puede conocer el propio estilo, y usarlo. Se usa siempre un estilo preexistente, pero de un modo instintivo que plasma otro actual. El estilo presente se conoce sólo cuando es pasado y se vuelve a estudiarlo interpretándolo, es decir, aclarándose cómo está hecho.
Lo que estamos escribiendo es siempre ciego. Por el momento no podemos saber si nos sale bien (es decir, si después, al volver sobre él, lo consideraremos logrado). Simplemente lo vivimos y es evidente que las astucias, los recursos que en él gastamos, son otro estilo compuesto anteriormente, ajeno a la sustancia del actual.
[...] El que conozcamos un estilo, quiere decir que nos hemos aclarado una parte de nuestro misterio. Y que nos hemos vedado escribir a partir de ahora en ese estilo. Llegará el día en que hayamos sacado a la luz todo nuestro misterio, y entonces ya no sabremos que escribir, es decir, inventar estilo.
No se puede conocer el propio estilo, y usarlo. Se usa siempre un estilo preexistente, pero de un modo instintivo que plasma otro actual. El estilo presente se conoce sólo cuando es pasado y se vuelve a estudiarlo interpretándolo, es decir, aclarándose cómo está hecho.
Lo que estamos escribiendo es siempre ciego. Por el momento no podemos saber si nos sale bien (es decir, si después, al volver sobre él, lo consideraremos logrado). Simplemente lo vivimos y es evidente que las astucias, los recursos que en él gastamos, son otro estilo compuesto anteriormente, ajeno a la sustancia del actual.
[...] El que conozcamos un estilo, quiere decir que nos hemos aclarado una parte de nuestro misterio. Y que nos hemos vedado escribir a partir de ahora en ese estilo. Llegará el día en que hayamos sacado a la luz todo nuestro misterio, y entonces ya no sabremos que escribir, es decir, inventar estilo.
(Extracto del diario homonimo de Cesare Pavese)