22 de abril 1936
La verdad es que ninguna cosa del mundo ha pasado aún a través de mi espíritu, proyectándose como una radiografía en su estructura de realidad constitutiva metacorpórea. Aún no he llegado al gris y sempiterno esqueleto que hay debajo.
He visto colores, olfateado olores y acariciado gestos, contentándome con una alegría selectiva y reordenadora. He bromeado como si estuviera con amigos y he gozado en solitario.
He ignorado la palabra pensada. Mis palabras fueron sólo sensaciones. Mis retratos fueron cuadros, no dramas. Me he obsesionado con figuras y las he rumiado y contemplado tanto, que las reproduje en una transfiguración satisfecha. He simplificado el mundo a una trivial galería de gestos de fuerza o de placer. En esas páginas está el espetáculo de la vida, no la vida. Hay que recomenzarlo todo.
La verdad es que ninguna cosa del mundo ha pasado aún a través de mi espíritu, proyectándose como una radiografía en su estructura de realidad constitutiva metacorpórea. Aún no he llegado al gris y sempiterno esqueleto que hay debajo.
He visto colores, olfateado olores y acariciado gestos, contentándome con una alegría selectiva y reordenadora. He bromeado como si estuviera con amigos y he gozado en solitario.
He ignorado la palabra pensada. Mis palabras fueron sólo sensaciones. Mis retratos fueron cuadros, no dramas. Me he obsesionado con figuras y las he rumiado y contemplado tanto, que las reproduje en una transfiguración satisfecha. He simplificado el mundo a una trivial galería de gestos de fuerza o de placer. En esas páginas está el espetáculo de la vida, no la vida. Hay que recomenzarlo todo.
(Extracto del diario homonimo de Cesare Pavese)