Esa sinfonía que milagrosamente escuchas
(el dueño de la radio portátil se ha dormido por lo que no ha
sintonizado "Radio Cordón de La Habana")
no te pertenece.

Esas resonancias magistrales,
esas inesperadas estancias que levantan parajes mágicos
y despliegan cortinajes,
esa armonía que ahora se abre como un mar,
esa música
es de otra época.

Tú no tienes que ver nada con ella.
Y es lógico que llores, como lo haces,
aunque no sepas, aunque no quieras confesar, por qué. (R.A.)